Ante el aumento de casos en países limítrofes, el infectólogo argentino Gustavo Echenique explica que la vacuna sigue siendo la medida más eficaz para evitar contagios, especialmente en quienes planean vacacionar en zonas afectadas.
La fiebre amarilla volvió a encender las alarmas en América Latina. Según datos recientes de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se registraron más de 350 casos y al menos 150 muertes en lo que va del año. La tasa de letalidad supera el 40%, un nivel similar al del ébola, lo que generó preocupación en varios países de la región, incluida la Argentina.
El infectólogo Gustavo Echenique, de la provincia de Jujuy, explicó que la fiebre amarilla es una enfermedad viral transmitida por el mosquito Aedes aegypti, el mismo que propaga el dengue, el zika y el chikungunya: “Estamos en una época del año donde las temperaturas altas y las lluvias crean el escenario perfecto para la reproducción del mosquito”, advirtió el especialista.
Zonas en riesgo
Los países más afectados actualmente son Brasil, Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia.
En el territorio argentino, las provincias con mayor riesgo son Formosa, Chaco, Corrientes, Salta y Jujuy, por su cercanía y similitud climática con las zonas donde se concentra el brote.
Síntomas y evolución
Los síntomas iniciales se suelen confundir con los del dengue:
- Fiebre alta.
- Dolores musculares, de cabeza y articulares.
- En algunos casos alrededor del 20%, puede evolucionar hacia formas graves que afectan el hígado y provocan hemorragias internas, lo que puede llevar a la muerte del paciente.
La importancia de la vacuna
La fiebre amarilla se puede prevenir con una sola dosis de vacuna, que genera inmunidad de por vida.
Sin embargo, el acceso al inmunizante no es igual en todas las provincias.
“Acá en Jujuy, por ejemplo, sí se está aplicando en distintos hospitales”, explicó Echenique.
El especialista recordó que se trata de una vacuna a virus vivo atenuado, muy similar a la del dengue, por lo que requiere indicación médica antes de aplicarse.
“Hay personas que están cursando alguna situación oncológica, tratamientos corticales de altas dosis, pacientes con morbilidades, que pueden llegar a impedir la aplicación de esta vacuna”, aclaró.
“Como infectólogo considero que la restricción para la colocación de la vacuna para fiebre amarilla a la gente no es correcto, porque solamente limitar a la vacunación a las zonas límites en una enfermedad que tiene siete días de incubación, o sea, una persona, un viajero, perfectamente puede volver con la enfermedad o infectado o puede desarrollar perfectamente una fibra amarilla en una zona poblada, en su ciudad de origen, entonces creo que la vacunación a todo viajero es fundamental hacerla más aún si van a viajar a zonas donde Brasil, Ecuador, Colombia, que son las zonas más afectadas“, subrayó.