Historias Nuestras: Rocío siempre quiso tener una gomería y hoy lo cumple en Mendoza

Historias Nuestras: Rocío siempre quiso tener una gomería y hoy lo cumple en Mendoza

Mendoza

Pasan los años y hay algunas profesiones que siguen asociadas al género, sin embargo, hay gente que rompe estas barrares y demuestran que para la pasión no hay límites. Esta vez contamos la historia de Rocío, una mujer que llegó a Mendoza y pudo cumplir su sueño: tener su propia gomería.

Rocío Lizarzaburu es la mujer que está al frente de la gomería “La Petisa” en Mendoza. Su historia comenzó cuando decidió cumplir su sueño y trabajar de lo que a ella le gustaba. Sin embargo, su historia se remonta a Perú, más precisamente a Trujillo, donde vivía junto a su padre y sus siete hermanos. “De las cuatro mujeres soy yo la que más le gustaba estar en la gomería y así fui viendo que mi papá empezaba a arreglar acá las cubiertas, entonces empecé”, recuerda Rocío.

En aquel momento tenían el taller en la casa en la que vivían y por eso se fue acercando de a poco a lo que hoy es su profesión. Sin embargo, antes de dedicarse totalmente a la gomería, Rocío dejó Perú para mudarse a Argentina. Una vez acá comenzó a trabajar como empleada doméstica. “Llegó un momento en que por ahí ya me cansaba, entonces hablé con mi papá y, con una platita que había juntado, me dice: querés que pongamos la gomería”.

A pesar de que tenían sus hijas y familiares en Perú, se animaron a abrir la gomería en Mendoza. “Siempre me dicen por qué una mujer en la gomería, pero habiendo otra, es que lo que a mí me gustaba en realidad. También en Perú no había mujeres gomeras, siempre llamaba la atención como acá”.

Rocío llegó a Argentina con 27 años, se mudó por problemas de violencia de género con el padre de sus hijas. Una de sus hermanas ya vivía en Argentina y la invitó a que se mudará con ella. “Dejé a mi hija la más chica con 4 y a la mayor con 11 años y bueno me vine a trabajar. Acá empecé a trabajar hasta hace prácticamente 5 años, más o menos que ya tengo la gomería”.

Rocío apuntó que “aunque parezca mentira, es duro, estuve dos años que no fui y después pasé los dos años, que era más que nada para tramitar la documentación porque si me iba yo no podía volver”.

 

Recién las volvió a ver a sus hijas en el 2004, cuando la señora con la que trabajaba le dijo que las trajera a Argentina. Una vez que llegaron, Rocío comenzó a ahorrar y así se compró su primer compresor. “Mi idea era poner la gomeria porque ya mi viejito me había dicho, vamos poniéndolo ya yo te voy a ayudar. Vimos el local todo, pero esto lo tenía guardado y después de haber estado 2 años guardando estas cosas, porque era de juntar de a poco, lo pusimos acá. La petiza se llama”, recordó Rocío sobre el origen de su gomería.

A lo largo de los años se encontró con muchas personas que iban al local con prejuicios, le pasó muchas veces que muchos la cuestionaron o pensaron que no lo iba a poder lograr.Nos ven como que uno es mujer, no está apto para hacer un trabajo de un hombre. Entonces yo agarro y le digo: déjeme que yo voy a hacerlo tranquila, pero es mi trabajo, por algo puse una gomería”.

“A veces estoy parada ahí y me dicen: ¿el gomero no está? El gomero no, pero está la gomera, les digo. Y me dicen no, pero ¿no está su marido?” a lo que ella les contesta que es su trabajo. Sin embargo, son muchas las mujeres que también van a la gomería “La Petisa” porque confían en el trabajo de Cecilia. A pesar de eso, no dejó de marcar que en la calle se encuentra con de todo, “más cuando uno es mujer, porque al hombre no lo critican tanto, a la mujer sí. Como me dicen a mí, esto es un trabajo de hombre, no es de mujer”.

A la hora de hablar de sus hijas, Cecilia apuntó que ella piensa que están orgullosas de su camino recorrido, pero también de que ella se animará a romper un poco los esquemas. “Yo pienso que se sentirán orgullosas de su mamá, que yo he venido a lucharla y además lo de salir de una situación de violencia en la que vos te veías atrapada. Hay muchas mujeres que también sienten que no pueden, que no tienen nada, creen que no lo puede hacer. A veces no entiendo por qué esperamos tanto o nos callamos en lugar de hacer, aunque también muchas veces no nos escuchan, esa es la verdad y cuando se escucha es cuando ya o la mataron o la enterraron y pasó a ser una historia más”, reflexionó.