Vacaciones económicas: si a tus hijos los apasiona el terror no podés dejar de llevarlos a este pueblo fantasma de Mendoza

Vacaciones económicas: si a tus hijos los apasiona el terror no podés dejar de llevarlos a este pueblo fantasma de Mendoza

Dicen que en las noches se escuchan lamentos y llantos que salen desde el interior de las ruinas de una mina.

Ya pasan las fiestas y todos empiezan a pensar en sus días de descanso, en las vacaciones, en dónde van a relajarse, solos o en familia. Para los amantes del terror hay un lugar en Mendoza que no podés dejar de conocer y es la Ciudad de Paramillos, un lugar lleno de historias y leyendas. 

Para llegar a la Ciudad de Paramillos primero hay que recorrer el Camino de los Caracoles, una ruta que tiene 365 curvas. En el camino, podrás ver el Gran Hotel Villavicencio, un edificio de estilo normando que fue un centro turístico de lujo en el pasado y luego fue restaurada su fachada. 

También pasarás por la Cruz de Paramillo, donde se encuentra la virgen de los camioneros, y podrás admirar la vista del Aconcagua y de un bosque petrificado que fue estudiado por Charles Darwin.

Después de llegar a Uspallata, tendrás que tomar otro desvío hacia Paramillo, donde se encuentra la Ciudad Fantasmal. Se trata de un conjunto de edificios abandonados que fueron parte de una mina de oro y plata que funcionó hasta mediados del siglo XX.

La Ciudad Fantasmal tiene un aspecto sombrío y solitario, pero también una belleza única, sobre todo en invierno, cuando la nieve cubre las construcciones y las montañas. Es un lugar ideal para los amantes de la aventura y la fotografía, ya que ofrece un contraste entre lo natural y lo artificial, entre lo vivo y lo muerto.

La leyenda

Una historia trágica y fascinante se esconde detrás de las minas de Paramillos, ubicadas en la provincia de Mendoza, Argentina. Estas minas fueron explotadas por primera vez por los jesuitas, que se asentaron en la zona en el siglo XVII y reclutaron a los indígenas Huarpes para extraer los metales preciosos que abundaban en el subsuelo.

Los Huarpes eran sometidos a un trabajo agotador y peligroso, pero no eran esclavos, sino que recibían un salario y tenían ciertos derechos. Sin embargo, su situación cambió radicalmente cuando los jesuitas fueron expulsados de América en 1776 por orden del rey Carlos III, que los consideraba una amenaza para su poder. Los jesuitas se llevaron consigo todo el oro y la plata que habían acumulado y dejaron abandonados a los Huarpes en las minas.

Según cuenta la leyenda, unos 80 indígenas quedaron atrapados en los túneles y murieron asfixiados por el polvo y la falta de aire. Desde entonces, se dice que por las noches se escuchan sus lamentos y susurros en las profundidades de las minas. 

Dato importante: en invierno suele estar la zona muy nevada y la circulación en vehículo puede tornarse peligrosa y solo con cadena.