Adriana Toconas no solo fue la ganadora del Fiat Cronos 0 km sorteado en la Maratón Otoño por la Vida. También es la cara visible de un acto de amor constante: dirige un merendero en Maipú donde más de 70 chicos reciben su merienda cada semana. Su historia emociona y deja una huella en la comunidad.
En el corazón del barrio Cubizurco, en Maipú, una historia de solidaridad silenciosa se transformó en noticia. Adriana Toconas, quien ganó el auto 0 km sorteado en la Maratón Otoño por la Vida, es también la responsable del merendero “el amor es más fuerte” que brinda contención a decenas de niños cada semana.
El domingo anterior, el nombre de Adriana Toconas resonó fuerte cuando fue anunciada como la ganadora del Fiat Cronos 0 km que se sorteó durante la Maratón Otoño por la Vida de canal 9 Televida. Sin embargo, su historia no comienza ni termina ahí: desde hace más de cinco años, sostiene con esfuerzo y amor el merendero “El amor es más fuerte”, donde más de 70 chicos reciben su merienda todos los martes en la tarde.
Este espacio solidario funciona en su propia casa, donde junto a sus hermanas y otros vecinos cocinan, amasan y reparten tortitas, pizza, jugo, chocolate caliente o sopa según la época del año. “Después de repartir todo, nos sentamos a tomar unos mates. Es una satisfacción enorme ver que los chicos se van contentos”, cuenta Adriana, quien también recibe a personas mayores del barrio que se acercan en busca de un plato caliente.
El merendero nació como un espacio de contención luego de ver que muchos de sus vecinos necesitaban ayuda. “Es una satisfacción muy grande darle la merienda a los chicos”, apuntó una de las tres hermanas.
A pesar de que no sabe manejar, Toconas asegura que el auto 0 km será muy útil para el merendero: “De usarlo, se va a usar. Aunque primero tendría que aprender a andar en bicicleta”, dijo entre risas, reflejando su humildad y buen humor.
Adriana sostiene esta labor solidaria con recursos propios. Compra leña, reparte con su carretilla, organiza los menús y nunca cierra la puerta a quienes se acercan. En su barrio, todos la conocen y valoran su entrega. Ya es una cara conocida en el barrio donde todos le agradecen por el esfuerzo que realiza.
La historia de Adriana es un ejemplo de cómo la solidaridad cotidiana puede cambiar vidas, y de cómo, de vez en cuando, la vida devuelve en gratitud todo lo que se da sin esperar nada a cambio.